
Armas y arado. Raíces ancestrales de Mogabar, antigua fortaleza medieval y aún antes, asentamiento en la Baja Edad Media. Una de las Siete Villas de Los Pedroches, pueblo ganadero, cuyas blancas y recogidas calles invitan a no romper el silencio y a embuirse en una paz que resulta inalcanzable en la febril actividad de la ciudad. Entrar en la medieval Casa-museo de la Posada del Moro es entrar en la historia de Torrecampo y de Los Pedroches: herramientas, enseres, esculturas y demás vestigios arqueológicos testigos de un intenso pasado minero, agrícola y guerrero junto a diversas pinturas de gran valor histórico. Otros lugares de interés son la Iglesia gótico-mudéjar de San Sebastián y el Santuario de la Virgen de las Veredas, la patrona, donde se celebra cada año, en primavera, una multitudinaria romería. Aquí se preparan los más exquisitos platos populares: cachorreñas y migas abajás, junto a la refrescante melocotonada.Torrecampo, municipio integrado durante siglos en el órgano administrativo de las Siete Villas de Los Pedroches, debe a su posición geográfica buena parte del protagonismo del que gozó durante siglos como paso obligado en el camino real que unía Córdoba con la corte. Este hecho explica la presencia de la ermita de Santa María de Gracia, que para muchos estudiosos fue una antigua sinagoga que prestaba auxilio espiritual a los judíos que transitaban por el mencionado camino real.
Antes Encinaenana, lugar de paso del camino hacia Toledo. El paisaje típico de Los Pedroches tiene su más fiel representante en la localidad jarota, que posee el más extenso bosque de encinar de Europa, desgarrado por el paso de trenes de alta velocidad, donde come el cerdo ibérico la nutricia bellota junto a numerosos rebaños de reses, entre inacabables cercados de piedra.Uno de los núcleos de población más importantes de la comarca, de gran tradición en el arte de curar el jamón ibérico y en fabricar las famosas navajas jarotas. La torre de la parroquia de San Miguel se eleva como atalaya sobre Villanueva de Córdoba, fiel vigilante de su gran tesoro verde. En Pentecostés los jarotes llevan la imagen de la Virgen de Luna, la patrona, hasta el pueblo en medio de una gran romería.Como otras localidades de la zona, Villanueva de Córdoba fue fundada en el siglo XIV por habitantes de Pedroche, que decidieron asentarse en estos parajes para escapar de los efectos de la peste. En 1.553, Carlos V, después de los servicios prestados por los habitantes de esta población, le otorgó el título de villa, finalizando de esta forma la dependencia que había mantenido con respecto a Pedroche.Tras la consecución de su independencia Villanueva de Córdoba formaría parte de las Siete Villas de Los Pedroches. Su posterior desarrollo ganadero se plasmó en la construcción de edificios tan singulares como el Hospital de Jesús Nazareno, la parroquia del Sagrado Corazón, o la iglesia del colegio del Dulce Nombre.
Antes Villanueva del Marqués. Morada de la Virgen de Guía y de la omnipresente cigüeña. Agujereado su término por una intensa actividad minera en el pasado siglo. Hoy, numerosos pozos abandonados han quedado como testigos de un esplendoroso pasado como El Soldado, en cuyas casas mineras nació Aurelio Teno, escultor de reconocido prestigio internacional, o Las Morras, primera explotación de galena argentífera de Europa. Otros cuatro pueblos comparten la adoración a la Virgen de Guía y han hecho de la ermita centro de sus devociones marianas.En torno a ella celebran los villaduqueños sus fiestas mayores al recibir con danzas la imagen de regresa de Hinojosa del Duque. Otro edificio interesante es la parroquia de San Mateo. Sus platos surgen mayoritariamente de las tradicionales matanzas y de las fiestas populares: relleno, lechón frito, migas y cachorreñas.Villanueva del Duque fue fundada en los siglos bajomedievales, aunque este territorio tuvo una notable importancia durante la época árabe, ya que en su término se asentó en clan bereber de Kazan, como atestiguan los restos aparecidos en el denominado como Castillo de la Morra. Posteriormente, junto al paraje denominado El Retamal, surgiría Villanueva de las Viñas, denominación que mantendría hasta 1.533, cuando pasó a llamarse del duque a consecuencia del enlace matrimonial entre el Conde de Belalcázar y la Duquesa de Béjar. En 1.631 recibió de manos de Felipe IV el título de villa, independizándose de esta forma de la vecina localidad de Hinojosa. Villanueva del Duque vivió su mayor época de esplendor en las primeras décadas del siglo XX, gracias a la riqueza minera de su subsuelo que dio lugar a importantes explotaciones como las del Soldado o Las Morras, en cuyo camino se encuentra la ermita de San Gregorio, una edificación del siglo XVI.
Pequeña villa en lugar alto, discreta, apartada, madurada como el vino de su antigua viña. Su término se aísla de la carretera general para preservar este estado de gracia sosegada y de belleza inmutable de sus granitos, dinteles y dehesas.El primer domingo de mayo celebra Villaralto la romería de la Divina Pastora con un peculiar concurso de carrozas confeccionadas por los vecinos con gran imaginación fantasía. Algunas de las costumbres que aún hoy se mantienen son las jotillas bailadas por los aceituneros en las que se canta a los amores y el esquileo, duro oficio que se realiza en la primavera y en el que se prefieren las tradicionales tijeras.La parroquia de San Pedro es el edificio religioso principal. El Carnaval tiene en este pueblo de gran aceptación en la comarca. En Semana Santa se preparan con esmero las pellas y las hojuelas, apreciados dulces entre vecinos y visitantes.Fue fundada finales del siglo XV o principios del XVI cuando en estos parajes se asentó un grupo de vecinos de Torremilano (actual Dos Torres). En busca de nuevas tierras de labor y pastoreo.Esta aldea fue entregada con posterioridad por el Concejo de Córdoba a Don Luis Fernández Carreras, hermano del arcediano de Pedroche, que otorgó a esta pequeña población jurisdicción propia, rompiendo de esta forma los lazos de dependencia que mantenía con Torremilano. Esta situación daría lugar a un largo contencioso judicial entre ambos municipios por el control de ciertas tierras que sólo se vería finalizados en 1.663.
Albalá, como su mismo nombre indica, está en la vía romana de Mérida a Toledo por Trujillo. Fue muy conocida en los tiempos del uranio, mineral de sus berrocales. Así, se reparten en su término antiguas minas de uranio como ”La Carretona”, ”El Gallo”, ”Pozo Norte”, etc, explotadas en los años 70 (llegaron a ser una fuente de riqueza muy importante atrayendo a trabajadores de Peñarroya y Huelva), y de las que aún se conservan en muchas los pozos. Lo más importante a destacar es su parroquia dedicada a Santa María Magdalena, de estilo renacentista (siglo XVI-XVII), que cuenta con dos hermosos retablos barrocos; así como diversos yacimientos de época romana en El Campo, El Carrascal, Dehesas de Abajo y Pozo del Charcón. En la actualidad todos los Sábados hay mercado de ganado, contando con buen vino y mejor mesa, amén de huerta de olivar, que también cuenta. Como manifestaciones lúdico-festivas tenemos las Fiestas Patronales de San Joaquín, del 18 al 21 de Agosto, así como la Fiesta de ”Las Tablas”, del 25 al 27 de Enero.
Esta localidad, conformada como la de mayor población de la comarca, se encuentra situada en una acusada ladera en la conjunción de las Sierras de Montánchez y San Pedro. Uno de sus principales atractivos es de carácter patrimonial, pues posee la Basílica Visigoda de ”Santa Lucía del Trampal”, obra arquitectónica del siglo VII y remodelada posteriormente en estilo gótico, en el siglo XV. Esta ermita es la más sureña de cuantas se conservan en pie en la península, y representa un testigo necesario a tener en cuenta a la hora de valorar la presencia visigoda en estas tierras. También podemos contemplar en este municipio la Iglesia Parroquial de La Asunción, de estilo gótico-renacentista (Siglo XVI-XVII). Además de destacar sus vinos, también cabe hacer mención especial a la producción de higos, situándose este municipio en el tercer productor de la región (con 300.000 kgs anuales aproximadamente), después de Almoharín y Arroyomolinos (éste último en primer lugar).
La Aldea del Cano se conoció en la antiguedad como la Venta del Cano. Merece destacar su iglesia parroquial de San Martín de Tours, patrón del pueblo; construida con mampostería y sillería a finales del siglo XV y principios del XVI. Su torre es de planta cuadrada con abundante decoración de bolas que nos marcan la procedencia portuguesa de sus canteros. Hay varios retablos barrocos y rococó pero el más importante es el retablo mayor, del siglo XVII y donde se ubica el Patrón.La ubicación de este municipio en plena Vía de la Plata, así como en la ruta de Cañadas Reales, le otorga importantes potencialidades turísticas, muy tenidas en cuenta en el futuro desarrollo económico del municipio. Prueba de este enclave son las actuaciones que se han desarrollado en el pueblo como consecuencia del tránsito de los ganados transhumantes en su camino de Monesterio a Astorga, y que forma parte de la revitalización de la transhumancia gracias a proyectos como el denominado ”Proyecto 2001”.
Almoharín está situada al abrigo de la Sierra de San Cristóbal. Su término municipal está bañado por el río Búrdalo, y por el sur discurre el Canal de Orellana lo que ha posibilitado la puesta en marcha del riego para una parte importante de su superficie agrícola. Su topografía es llana salvo en la zona noroccidental. Su formación vegetal está determinada por la encina, el alcornoque, la jara, el romero y la retama.La agricultura y la ganadería se convierten en el sector económico primordial al aglutinar a más del 60% de la población activa de la localidad. La agricultura de Almoharín está caracterizada por el cultivo del higo, producto estrella de la localidad, cuyo renombre va más allá de las fronteras regionales y nacionales. También destacan los cultivos herbáceos y el olivar. Por su parte, el sector servicios ocupa, aproximadamente, al 19% de la población, la industria al 8% y la construcción al 7% del total.La ermita de Nuestra Señora de Sopetrán y la iglesia del Salvador, de estilos diversos, son las construcciones más destacadas de Almoharín. De su contenido mueble sobresale el retablo mayor, de estilo barroco.
La vida de esta localidad ha estado desde la antigüedad en más de quince piedras que se movían sin cesar en la llamada Garganta de los Molinos, algunas de tiempos romanos. Estos molinos, integrados plenamente en el paísaje, suponen una atractiva ruta de senderimo a lo largo del arroyo del mismo nombre, acompañado de indudables valores patrimoniales, ambientales y paisajísticos, que el visitante no debe obviar en los recorridos a pié que ofrece la Sierra de Montánchez.Arroyomolinos, en estos parajes, vivió en 1811 la derrota de las tropas napoleónicas del general Girard por el general inglés Hill. Su iglesia parroquial está dedicada a Nuestra Señora de la Consolación, en la que reluce una hermosa portada plateresca. Como curiosidad, en esta iglesia está la Virgen de la Leche, de la que se dice que cuando amamanta al niño tocan sus instrumentos dos querubines.También contamos en esta población con la Ermita de San Sebastián, de estilo renacentista (siglo XVI). Merece la pena destacar un recinto fortificado de la Edad del Bronce denominado ”Morra del Pajar”; que aunque se encuentra aún sin excavar, aparecen algunos restos en la superficie.En cuanto a festejos populares, vecinos y visitantes disfrutan de los que son ofrecidos a sus patronos: El 15 de Agosto en honor de Nuestra Señora de La Consolación, y el Domingo siguiente al 20 de Enero en honor a San Sebastián.
Benquerencia, situado en plena dehesa, presenta vestigios históricos importantes, ya que posee restos romanos en las Barreras, Valdihuelo, los Valdíos y en el mismo pueblo, aunque los restos más emblemáticos de esta época se plasman en el Puente Romano, construído en sillares. Por Benquerencia pasaba el camino romano de Mérida a Trujillo y prueba de ello son estelas funerarias encontradas en este municipio. También se puede visitar en el municipio la parroquia de San Pedro Apóstol, de estilo barroco-popular (siglo XVIII), así como la Ermita del Cristo del Amparo, de estilo barroco (siglo XVII). Como actividades lúdico-festivas caben destacar las Fiestas de San Blas, El 3 de Febrero y las Fiestas del Cristo del Amparo el domingo siguiente al 15 de agosto
Localidad arqueológica, en su término se descubrió una ciudad del siglo VI antes de Cristo que se llamó Tanusia o Danusia, de Tamuja, el río donde está situada. Su cerco nos ha dejado una moneda romana. Botija es una población típicamente de la Penillanura con fuertes sabores y castigada fuertemente por la emigración como casi todos nuestros pueblos. Su parroquia de la Magdalena tiene dos retablos, uno del XVI y otro del XVIII. En este municipio contamos con el yacimiento de ”Villasviejas del Tamuja”, de la Edad del Hierro, ubicado en la dehesa del municipio, en el cual se han encontrado 5 verracos de granito, además de varias monedas acuñadas en el lugar. Este yacimiento ha pasado ya por varias excavaciones. Sus gentes van de romería el Domingo de Pascua al puente del Molino y tienen en el camino de Benquerencia el puente del Verraco, en medio del cual había uno de piedra. También celebran San Sebastián el 20 de Enero, así como las Fiestas en honor de La Magdalena el 22 de Julio.
Cerca de la población estuvo ubicada la mansión Ad-Sorores, en la vía de Mérida a Astorga, y de allí partía un ramal que enlazaba con la otra radial de Mérida a Trujillo por Santa Lucía del Trampal, tramo hasta Albalá (Lacipea). Por Casas de Don Antonio pasamos cuando vamos de Cáceres a Mérida, sobre el río Ayuela. Su Parroquia está dedicada a la Asunción de María, conservando tres retablos y cinco tallas barrocas, además de un hermoso púlpito del siglo XVII. Hay un viejo molino en el Ayuela y trasladaron al pueblo una bella cruz de término con adornos de la Pasión. Hacen la romería de Santiago el primero de Mayo celebrando sus fiestas de la Asunción y el Pilar en Agosto y Octubre: esta devoción se plasma en la Ermita de Nuestra Señora del Pilar (siglo XVI-XVIII). Además podemos también contemplar un puente medieval; así como un Rollo o Picota muy bien conservado (obra modesta del siglo XVI) situado en la Plaza de España.
La sierra de Montánchez está coronada por el Monte Viejo (Montancil) a 998 metros de altitud, y de ahí, sospechamos, viene el nombre de la población, que se asienta en un collado a dos vertientes (Tajo y Guadiana) y defendida por un Castillo al Poniente, en la cota 713. La serranía está rodeada de viñas, olivares, zahurdas y zahurdones, lo que nos clarifica sus industrias básicas: buen vino, aceite y principalmente el curado de jamones cuyos resultados son espectaculares. Es tierra de sabores, olores y placeres naturales en un entorno cuya belleza aumenta su atractivo. La historia montanchega se remonta a orígenes ignotos, hay restos de todas las épocas siendo en la Edad del Bronce cuando se empieza a definir la población dispersa en las majadas que ubicaban cerca de fuentes inagotables. Los zahurdones con su construcción en falsa cúpula son viviendas cuya tradición viene de los grandes túmulos megalíticos y se han seguido construyendo hasta los tiempos recientes de nuestros abuelos. En uno de ellos, que hay en una nava muy cerca del Montancil se pueden ver grabados unos signos silábicos ibérico-tartésicos bajo la toza de una hornacina interior.El trazado urbano de la localidad se ve obligado a salvar las diferencias de altura que impone la irregularidad del terreno; de ahí las considerables pendientes y los frecuentes quiebros de sus calles. El término municipal de Montánchez carece de continuidad espacial en toda su extensión, pues al sur del de la vecina población de Alcuéscar aparece una franja de terreno perteneciente a aquel municipio; y es precisamente en el límite de esta franja donde se encuentra el Balneario de Fuentes del Trampal, con aguas de importante calidad y poder curativo.
Plasenzuela es ante todo un hermoso berrocal con asentamientos humanos desde épocas Calcolíticas; el Cerro de la Horca lo demuestra, así como a lo largo de todo el batolito. Los romanos dejaron su huella en el Guijo, junto al camino viejo, lugar que perdura en el siglo XVI. Una inscripción visigoda nos data estos tiempos que darán paso a una Edad Media dependiente de Trujillo hasta que en 1558 Felipe II vende Plasenzuela con el Guijo y Avilillo a Juan de Vargas, por 16.000 maravedíes cada uno de los ochenta vecinos de los tres lugares más cuatro mil ducados por cada legua de término y se convierte en señor de la Villa cuyo rollo, situado en la Plaza de España, resiste las inclemencias de los tiempos.Al visitar este municipio tenemos que saber que cuenta con un Albergue Rural y dos chozos, símiles de viviendas prerromanas, equipados para alojamiento rural, sitos en el paraje ”La Jarilla”. Además, se van a llevar a cabo actuaciones de reactivación turística en la zona, apostando así por un turismo de calidad. Podemos destacar la Iglesia Parroquial de la Asunción, reformada en los siglos XV y XVII. Como acontecimientos festivos tenemos la romería de la Cruz de Mayo, celebrándola el primer Domingo, y las fiestas patronales de la Asunción del 15 al 17 de Agosto.
La población bien pudo ser la Rodacis romana, mansión del itinerario de Antonino que había antes de llegar a Trujillo. Ruanes es uno de los municipios extremeños con menos población en la actualidad por ello un paseo por sus calles nos ofrece pasado, paz y sabiduría.En el siglo XVI tenía anexo el lugar de la Aldea del Pastor (Santa Ana), perteneciendo a Trujillo, y hubieron de venderse en 1628 por orden del rey Felipe III siendo el comprador Juan de Chaves Orellana, que pagó 4.000 ducados por cada legua de su término y a 26.000 maravedíes el vecino.El pueblo es hermoso, está bien cuidado y sus habitantes tienen nueva esperanza con el turismo rural en lontananza, y ciertamente hay posibilidades de acondicionar muchas de las casas que hay cerradas y donde este nuevo tipo de visitante de lo rústico podría disfrutar. Actualmente se puede ser espectador de majestuosos espectáculos ecuestres dónde se conjuga de forma magistral el caballo el toro y la músicaSe puede degustar una comida tradicional y disfrutar de un trato familiar en el restaurante que encontramos en el cruce con Salvatierra, La Cumbre, Santa Ana y Botija. Destaca en el pueblo la Iglesia Parroquial de La Asunción, de estilo gótico y neogótico (siglos XV y XX). Como actividad festiva el visitante puede asistir a Los Ofertorios, el 2º fin de semana de Agosto.
Este municipio, que perteneció a la Orden de Santiago, tiene restos arqueológicos de todos los tiempos, destacando un Hospital de Peregrinos junto a la vieja calzada que hoy es cordel de ganados y que ayer comunicaba Mérida con Trujillo y Toledo, por donde el 2 de Marzo de 1526 Carlos V viajaba parando a pernoctar en dicho Hospital.Este municipio está en los confines de la Orden de Santiago frente a los territorios de la truxilense en Ruanes y Robledillo; en el Castillejo podemos notar los restos de un viejo castro prerromano que aún está sin excavar, así como un Fortín de la Edad del Hierro en el interior del municipio, donde aún se conservan los muros norte y sur. También nos encontramos en los alrededores del pueblo con tumbas antropormóficas excavadas en roca granítica. Al recorrer sus calles, es difícil mirar sin encontrarnos estelas funerarias o epigrafía romana fundiéndose con elementos constructivos de las casas. De época medieval encontramos el Puente del León y el Puente Mocho sobre el río Tamuja.La parroquia dedicada al Apóstol Santiago, estilo barroco (siglo XVI_XVII), comparte el patronazgo local con Nuestra Señora de la Estrella de estilo barroco popular (siglos XVI-XVIII), residente en propia ermita y donde el Lunes de Pascua hacen romería, la sacan fuera celebrando misa para volverla al templo en solemne procesión antes de iniciar la comida y la fiesta, con el juego de la Pica y demás jolgorios que aguantan hasta el anochecer.
Fue lugar de Ruanes vendiéndose conjuntamente con aquella villa a Juan de Chaves Orellana, que pagó 4.000 ducados por cada legua de su término y a 26.000 maravedíes el vecino. Este acaudalado, que era señor de los Tozos, amplió sus títulos con la esperanza de ser marqués o conde, pero sin conseguirlo. En el municipio se conserva un palacio arruinado del siglo XVI que llaman ”Casa de las Pizarras”, en donde vemos el escudo de un Pizarro. Tal nombre lo toma de descendientes de Francisco Pizarro. Aunque se encuentra en estado ruinoso, representa al primer caserío a partir del cual se empezó a crear el actual municipio.Cabe también destacar la Iglesia Parroquial de Santa Ana, del siglo XVI, donde celebran su fiesta patronal el 26 de Julio y la romería el último Domingo de Mayo. También se conservan restos de un viejo molino en el río Gibranzos
Seguramente de origen romano, y prueba de ello es que en la finca de Pascualete aparece una villa romana. En 1588 Felipe II ordenó que se vendieran (entre otros) este lugar de Trujillo llamado Santa Marta de Magasca, por 16.000 maravedíes cada uno de los cincuenta vecinos, y cuatro mil ducados por legua de término. Juan de Vargas Camargo, de la chancillería de Valladolid, actuó en nombre del Rey vendiendo el lugar a Alvaro de Loaisa. Así se convirtió en villa, con su rollo que data del siglo XVI y que hoy podemos contemplar en la Plaza. En las ricas estepas que cubren su término, grandes aficionados practican la caza, al tiro sobretodo de bravías perdices que en el mismo municipio se crian y repuebla. Las Fiestas más destacadas son las Patronales en honor a Santa Marta, el 29 de Julio y Las Candelas el 2 de febrero.
La población es vecina de Cáceres y está situada al levante de la Sierra, vertiendo aguas al río Guadiloba. Su parroquia es Nuestra Señora de la Asunción, de estilo gótico-renacentista, con un bello retablo del siglo XVI, celebrando la romería a su Patrón San Isidro el 15 de Mayo. El 14 de Septiembre es El Cristo, su fiesta mayor, y el 24 de Diciembre hacen la famosa Velá. Mención aparte merece la Ermita del Cristo del Risco, de estilo barroco (siglo XVIII) que, desde la sierra del mismo nombre, se erige en balcón hacia los llanos del municipio, espacio protegido como ZEPA, y encuadrado dentro de ”Llanos de Cáceres y Sierra de Fuentes”. Esta Zona Especial de Protección para las Aves permite contemplar especies como la avutarda, el sisón, la ganga, etc... como principales aves esteparias.
Torre de Santa María está situada cerca de Valdefuentes y en el cruce de su nombre, entre las carreteras de Trujillo a Montánchez y la de Cáceres a Miajadas. Cosechan un excelente vino y buenas aceitunas, amén de dulces e higos secos. Su Iglesia Parroquial está dedicada a Nuestra Señora de la Asunción, donde vemos un retablo del siglo XVI y un sencillo púlpito del XVII. El 21 de Septiembre celebran su Patrón, San Mateo; y bailan la danza de los tableros, que consiste en llevar en equilibrio un cesto de dulces que se entrega al Santo. Merece destacar La Fiesta del Emigrante, que se celebra el primer Domingo de Agosto.