
La localidad hunde sus raíces en la prehistoria, encontrando en todo el término determinados restos que nos hacen constatar tal hipótesis.Durante la dominación romana, fue refugio y posada para los caminantes, sobre todo a los que iban de la Emérita Augusta a Cesar Augusta (actual Zaragoza) (hay bastantes restos).De la época musulmana son casi todos los vestigios que encontramos a lo largo del término.En el siglo XVI pasó de ser tierras de realengo a ser un condado dominado por la familia Vargas Carvajal, que más tarde ostentaría el Ducado de San Carlos.Equidistante a 20 kilómetros de las localidades de Miajadas y Trujillo, en la autovía A-5 salida 272 y 270. A 70 kilómetros de Cáceres y Mérida. A 270 kilómetros de Madrid y Sevilla.Se llega a ella a través de la autovía A-5, en las salidas 272 y 270.
Situado en una leve colina de la ladera norte de la sierra de Montánchez, en varias casas particulares de Robledillo de Trujillo se venden excelentes quesos de oveja y vinos de pitarra. La ermita de la Magdalena y la parroquia de San Pedro, del siglo XVII, son lo más destacado de su patrimonio. Una fiesta destacada es la de los Gallos, el Martes de Carnaval.Su situación geográfica, en la umbría de la sierra de Montanchez, le da unas características particulares en nuestro territorio en cuanto a vegetación. Es de los pocos sitios de la comarca donde la encina cede protagonismo al Roble melojo.
En 1594 pertenecía a la Tierra de Trujillo en la Provincia de Trujillo A la caída del Antiguo Régimen la localidad se constituye en municipio constitucional en la región de Extremadura, desde 1834 quedó integrado en el Partido Judicial de Trujillo. El famoso cerro de San Pablo es un grandioso museo, donde se conserva para los estudiosos todo lo que puede interesar de aquella civilización que tuvieron los celtíberos de nuestra región, como si a este punto se hubiera hecho centro o núcleo de una gran familia de aquellas con que se las tuvo que ver muy seriamente el pueblo romano, como antes el cartaginés y el fenicio. Baste decir que abundan los sepulcros, las vías, en los recintos sagrados, las construcciones, las cuevas, las fortificaciones y defensas, hasta la escritura ibérica. Todo esto fue utilizado posteriormente por romano, que nos dejaron el pueblo sembrado de lápidas, inscripciones, objetos, como pesos y medidas, vestigios de sus industrias, caminos, cultivos de árboles y flores casi en mayor número y de más importancia que los restos de la época romana de Trujillo. Entre las lápidas sobresale que perpetúa la memoria del célebre Viriato que se presume, por esto, con fundamento que tuvo en este pueblo sepulcro. En el último período de la época árabe tuvo Santa Cruz gran importancia militar, como lo acreditan fortificaciones que se descubren aún de lo más alto del picacho, donde hubo un buen castillo con sus aljibes y fosos bien detallados, bodegas y subterráneos bastante capaces para sostener una lucha prolongada. Magnífica iglesia parroquial, donde hay estilos de todas las épocas, verdaderos primores de arte, éntrelos muchos objetos que encierra. Es una Iglesia que empezó a trazarse a semejanza de Santa María de Trujillo pero que no ha podido renovarse y embellecerse como aquella, aunque a trechos presenta bellezas góticas, como su gran portada del poniente y su magnífico púlpito; obras planteen estas, como el precioso arranque y ménsula de la escalera del coro, varias imágenes y pila bautismal. En la conquista este pueblo recibió nombre de Santa Cruz, ya ellos alude una bellísima cruz gótica que se levantó en su casa Concejo, existe hoy, casi intacta, a las espaldas de la iglesia; se ignora el nombre que le darían los árabes, aunque en tiempos de los romanos -aseguran algunos- se llamó Sambris. En el año 1627 compró este pueblo don Juan de Chaves y Mendoza al mismo tiempo que La Calzada (Herguijuela) y lo hizo villa en señorío, fundando con el título de conde de la Calzada y Santa Cruz. Un nieto del primer señor, llamado don Joaquín de Chaves, levantó el hermoso convento de los Agustinos, cuyas ruinas son hoy todavía vivo testimonio de su magnificencia.
Como el propio nombre de Torrecillas sugiere, su origen se halla en esa época medieval guerrera, en la que era imprescindible tener un refugio (torre, torrecilla, castillo...) para sobrevivir a los ataques de otras personas. Una época en que el ajetreo de la lucha, el pillaje, las incursiones e invasiones de moros y cristianos en ambos sentidos empieza a ser suplantado por los ”estantes” o asentamientos del nomadismo trashumantePor su término municipal discurren los ríos Almonte y Tozo. Cerca quedan los embalses de Bustamante y de Tozo. En esta villa se elaboran filigranas de orfebrería, tales como zarcillos, pulseras, collares, sortijas, cadenas, horquillas o broches...En el apartado patrimonial sobresale el templo de Santa Catalina, del siglo XVI.La patrona del pueblo es la Virgen de los Remedios, también conocida como la Virgen de las Tres Manos. Hay que ver además el singular rollo o picota, en lo alto de una escalinata de cuatro escalones circulares
Citar Trujillo es evocar la conquista de América, el encuentro de dos mundos.Nombres como Francisco Pizarro, conquistador de Perú; Orellana, descubridor del Amazonas; Diego García de Paredes, el Sansón extremeño...Se puede subir al castillo y a las murallas, una fortaleza levantada por los árabes en el siglo X, en el lugar denominado cerro del Zorro y rodeado por el batolito granítico, que conforma el Berrocal Trujillano. Allí se encuentra la Virgen de la Victoria, patrona de Trujillo, tallada en 1531 por el maestro Diego Durán.La Villa (parte de la población de intramuros) conserva el trazado del siglo XV, con numerosos palacios y casas fuertes, como el de Los Chaves, Hinojosa Calderón, Escobar, Altamiranos y otros. La joya artística de Trujillo es el templo de Santa María la Mayor (Monumento Nacional), de los siglos XIII-XVI. Su torre es románica y existe un escudo del Atletic de Bilbao colocado en los años 60, durante el proceso de su restauración y el retablo mayor. Está adornada con lienzos del pintor salmantino Fernando Gallego.Y en la ciudad de extramuros, la plaza Mayor, con la estatua de Francisco Pizarro, gemela de la que existe en Lima, obra del escultor norteamericano Charles Rumsey. Alrededor de la plaza se encuentran los palacios del Marqués de la Conquista, construido por Hernando Pizarro, hermano del conquistador; Piedras Albas, de los Duques de San Carlos (de finales del siglo XVI); la casa de la Cadena, con derecho a asilo en la antigüedad.Muy cerca, el palacio de Juan Pizarro Orellana, que es actualmente un colegio que llevan las Hijas de la Virgen de los Dolores. Aquí residió Miguel de Cervantes y en él escribió alguna de sus obras, como Los trabajos de Persiles y Segismunda.Hay que visitar Trujillo en Semana Santa y el Domingo de Resurrección para estar presentes en el Chíviri, fiestas de interés turístico regional. Y también en la Feria Internacional del Queso, a primeros de mayo. Y a primeros de septiembre la Virgen de la Victoria, destacando el canto del himno Salve el sábado por la noche en la Plaza Mayor.Trujillo es una de las poblaciones extremeñas que tiene una mayor colonia de cigüeñas blancas en el núcleo urbano.Trujillo además de estar rodeado de algunas de las ZEPA de la comarca como las de Magasca, Llanos de Trujillo, Riberos del Almonte, posee una ZEPA en el propio casco urbano (Plaza de Toros), concretamente para una de las especies más escasas, el cernícalo primilla.
Cuenta la historia que antes se llamaba Búrdalo, hasta que por orden de Felipe III fue vendido en 1627 a Don Alonso Mexía del Prado, quien le cambió de nombre.La arquitectura popular, un molino tradicional y la iglesia parroquial de Santo Domingo de Guzmán, comenzada a construir en el siglo XVI son interesantes de ver. Durante el siglo XVI fue Villamesías las sede comarcal del Tribunal de la Inquisición.
Es de origen romano, como lo demuestra la gran cantidad de epigrafía encontrada por el término. La presencia de los judíos en la villa, nos ha dejado hasta hoy ciertas edificaciones en barrios, casas, templos, etc. Se entiende que el asentamiento judío se situaba en la parte baja del pueblo, lo que hoy se llama barrio “del voleo”.Son interesantes la parroquia de San Pedro, de estilo renacentista, y la ermita de la Fuensanta, del siglo XVII, con un original templete.Aunque la parte norte de su término es montañoso, en Zorita hay una ZEPA llamada Llanos de Zorita y Embalse de Sierra Brava, donde los amantes de la naturaleza y del turismo ornitológico podrán disfrutar contemplando las aves. En este lugar invernan numerosas grullas, anátidas y gaviotas
Albalá, como su mismo nombre indica, está en la vía romana de Aldeavieja de Tormes pertenece a la comarca de Salvatierra que comprende, en líneas generales, las tierras situadas entre las Campiñas de Tierra de Alba, la Sierra de Béjar y el Alto Alagón. Es una comarca de transición entre las penillanuras del El Puerto del Calatraveño, insignia y emblema de la zona, marca la entrada natural al sur de Los Pedroches. Singulares paisajes ofrecen los ríos Cuzna y Guadalbarbo, en cuyas riberas anida una interesante flora y fauna perfectamente conservada. Vigilado por la Chimorra, inquebrantable testigo de un esplendoroso pasado minero, Alcaracejos aparece crucificado al paso del visitante por importantes vías de comunicación que contrastan con el granito y cal de sus calles. El día de la Romería de la Virgen de Guía, fiesta mayor en el calendario de este pueblo, la hermandad hace alarde del antiguo rito militar que aún conserva y se saborea repostería tan exquisita como los borrachuelos y obispos.Alcaracejos es el único municipio de la comarca en el que tienen cabida los cuatro paisajes fundamentales de los Pedroches. En su término municipal se alternan áreas dedicadas al cultivo de cereal, zonas de olivar, dehesas ganaderas y amplios espacios donde el monte mediterráneo primigenio se mantiene en óptimo estado de conservación, como en las elevaciones de la Chimorra (950 metros) o el Calatraveño (750 metros), lo que otorga una gran importancia a sus recursos naturales y cinegéticos.La dominación árabe también ha dejado como huella un importante conjunto de molinos árabes en los cursos fluviales que descienden de las estribaciones de Sierra Morena, como el río Cuzna o el arroyo de la Gargantilla. De este conjunto de edificaciones, que se han mantenido en uso hasta hace unas décadas, destacan los llamados de Juan José y de Caballero, o el célebre molino Horadado. Los dinteles graníticos de las fachadas de las viviendas tradiciones de Alcaracejos son el rasgo más característico de unas casas de pequeñas ventanas, que en su interior se distribuyen en torno a espacios abovedados.Sus fachadas son utilizadas como decorados para la representación del Auto Sacramental de los Coloquios de la Infancia de Jesús. Junto a estas casas se encuentran ermitas como la de Magdalena o San Sebastián, que guardan los esquemas tradicionales de este tipo de edificios.
Antigua noria árabe; cuajada de cruces que florecen cada mes de mayo en el que Añora es toda una explosión de júbilo y demostración de la más arraigada cultura popular; cimentada en el primor con el que los habitantes visten sus tradicionales cruces entre los sonidos de los ”mayos” y la jota noriega.Calles casi enteras aún conservan lo más característico de la arquitectura popular: fachadas de sillares graníticos remarcados por blancas tiras.Destacan la Parroquia de San Sebastián y la Ermita de San Pedro junto a las delicias gastronómicas elaboradas en las matanzas que arrancan por San Martín, las albóndigas noriegas en Carnaval y el típico turrón de Añora.La primera mención escrita de Añora corresponde al año 1477, justo cuando este pueblo empieza a experimentar un crecimiento demográfico importante. Díez años después, en torno a 1487, se tiene noticia de los pleitos mantenidos con los vecinos de Torremilano (Dos Torres) para conseguir su independencia. Una batalla jurídica que duraría varias décadas hasta que finalmente obtuvo el título de villa el 27 de mayo de 1553, cuando contaba con 160 vecinos.Como el resto de las Siete Villas de los Pedroches fue vendida al Marqués de El Carpio en 1660, permaneciendo ligada a esta familia nobiliaria hasta 1747. El vocablo Añora, procede del término árabe ”naura” (noria), lo que hace alusión a una serie de huertas que existían en la zona y que se encuentran en el origen de este pueblo.
El imponente Castillo de los Sotomayor permanece fiel a su cometido histórico, sirviendo de guardián, que otea desde su altura, divisando la provincia de Córdoba, final de Andalucía, y dobla su vista para contemplar los inicios de Extremadura.Belalcázar; cuna del fundador de Quito, Sebastián de Belalcázar, es un pueblo de rico patrimonio histórico y monumental que nos acerca a la nobleza que tuvo antaño; su máximo exponente está representado por el Convento de Santa Clara de la Columna, el segundo monumento histórico-artístico más importante de la provincia. En primavera se celebra una gran romería en honor a la Virgen de Gracia de la Alcantarilla, la Patrona que aquí llaman ”La Chiquinina”.Sin lugar a dudas Belalcázar es uno de los pueblos más cargados de historia de toda la provincia de Córdoba. En época cartaginesa su nombre fue Andólises, que significa ”Puerta del Valle”, posteriormente Gafiq y Gahete, hasta el año 1500 que pasó a llamarse Belalcázar por la construcción de su fortaleza. Así lo ponen de manifiesto la gran cantidad de restos aparecidos en su término municipal.
Antigua venta-posada del camino de Córdoba a Toledo, arriate de infinitos aromas, en el corazón del Parque Natural de Cardeña-Montoro donde es posible perderse siguiendo el cauce del río Yeguas, entre el bosque de roble melojo y los claros de encinar. Poseedora de uno de los ecosistemas más conservados de Sierra Morena, entre quejigos y alcornoques se ocultan los últimos lobos y linces de Andalucía. Allí encontramos además la bella Aldea del Cerezo de modestas casitas de piedra recuperadas como alojamiento rural. Su gran riqueza cinegética, de reconocida fama en todo el país y en el extranjero, marca su gastronomía fundamentalmente en la caza: jabalí, venado, conejo, tórtolas y palomas. Posee además Cardeña dos aldeas de blancas calles, Azuel y la Venta del Charco.Durante el proceso de romanización quedó establecida una fuerte vinculación entre las tierras de este municipio y Montoro, lo que ha tenido una importancia capital a lo largo de toda la historia en esta zona oriental de Los Pedroches. Situada en uno de los caminos utilizados para llegar a Toledo desde Córdoba, diversos privilegios reales dieron origen a una serie de ventas en esta zona, circunstancia que explica el nacimiento de Cardeña, Azuel y Venta del Charco. Estas tres entidades conseguirían su independencia de Montoro el 21 de abril de 1.930.
Defensor de salteadores cuando fue parada en el camino de la Plata, en Conquista se reconoce el silencio, la tranquilidad en un entorno de callecitas limpias y blancas, de fuerte granito en sus dinteles, para salir después en busca de espesas y frondosas dehesas de encinar en sus alrededores donde pastan rebaños de reses y cerdos.Un interesante retablo barroco se alberga en la parroquia de Santa Ana, titular de sus fiestas patronales, entrañables, donde son típicos los encierros y la lidia de novillos; muy peculiar es la talla de las tablillas, hecha con una simple navaja con la que los pastores adornan los cierres de los zurrones de cuero, y los morteros de madera con los que se hace el gazpacho.Conquista tuvo su origen en los siglos bajomedievales en torno a unas ventas destinadas a asistir y prestar protección a los viajeros que transitaban por el camino de La Plata. El nacimiento de esta población quedó reflejado en la novela ”Vida del escudero Marcos de Obregón”, de Vicente Espinel: ”llegamos a Conquista, que es pueblo que se comenzaba entonces”.Poco poblada desde la antigüedad, Conquista alcanzaría su esplendor a finales del siglo XIX y en las primeras décadas del XX, debido a las explotaciones mineras y a la llegada del ferrocarril. Este nacimiento en torno al Camino de La Plata de Córdoba a Toledo ha dispuesto un poblamiento en torno a una calle camino sobre el que se asientan unas casas de dinteles graníticos y estancias abovedadas. Muy próximo al pueblo, en el parque de Navagrande y rodeada de un extenso y poblado encinar, se encuentra la ermita de San Gregorio, una moderna construcción que cobija la imagen del patrón de esta localidad.
Pasear por Dos Torres es descubrirlo, conocer sus intimidades, bascular del pasado al presente. Deambular por sus calles, asombrarse ante una arquitectura que no tiene igual, visitar sus ermitas y llevarse como recuerdo el granito, símbolo de un pueblo que lo eligió para resaltar su hidalguía, supone un deleite para los sentidos.Fue el 11 de Diciembre de 1839 cuando el General Espartero decretó la fusión en un solo municipio de las dos Villas: Torremilano y Torrefranca, con el nombre de Dos Torres. Torrefranca y Torremilano fueron cuna de nobles e hidalgos.Este rango social ha quedado patente, a través de los siglos, en sus monumentos y casas señoriales de portadas y escudos blasonados, conservando uno de los más importantes legados arquitectónicos de los existentes en el norte de Córdoba.
Piedra pequeña, erosionada por el tiempo desde su amanecer en Majadaiglesia, donde importantes vestigios arqueológicos nos descubren un poblamiento en este cerro desde el primer milenio A.C.Su pequeña placita alberga la sencilla parroquia de Santa Ana y en sus alrededores la Ermita de la Virgen de las Cruces, donde se conserva un baptisterio paleocristiano que delata el origen sagrado de este lugar desde la antigüedad, junto al Paraje del Soto, poblado de eucaliptos y olmos.Un paseo por El Guijo nos transporta a una isla de sosiego y tranquilidad, de sencillez y simpatía de sus gentes, hospitalarias siempre, pero sobre todo en las fiestas de la Virgen de las Cruces, de San Pedro y Santa Ana, y a compartir el relleno y la rosca de piñonate.Del esplendor romano de estas tierras dan buena prueba los restos aparecidos en la zona de Majadaiglesia, un área de fuerte tradición mariana como demuestran documentos castellanos del siglo XII que hacen referencia a este espacio bajo la denominación de Villa de Santa María.Toda el área geográfica de El Guijo pasaría a depender ,tras la reconquista cristiana, del Señorío de Santa Eufemia, adquiriendo gran importancia como puerta de entrada a Córdoba para gran número de pastores y rebaños transhumantes, a través de la Cañada Real Soriana y de la Mesta que se bifurcan en el pueblo, una hacia Extremadura y otra el interior de Andalucía.
Pueblo blanco, luminoso y alegre, asentado sobre un altozano, mirador de Los Pedroches, desde el que domina su inmensa llanura.En el siglo XV pasó a formar parte del Condado de Santa Eufemia, junto con las villas de El Guijo, Torrefranca y Santa Eufemia, vinculándose al mismo hasta la abolición del régimen señorial en el siglo XIX, y de la que acabó siendo la más pujante y sobresaliente del condado
Este pequeño pueblo es posada de la inquieta Virgen de Guía en cuyo honor celebra en primavera una gran romería llena de costumbres y tradiciones, donde se puede degustar el vino de pitarra fabricado artesanalmente así como las morcillas lanchegas.La iglesia de Santa Catalina es el templo principal, pequeño pero de bella hechura, enclavada en la plaza del mismo nombre. La leyenda nos cuenta que el famoso bandolero Juan Palomo tenía su guarida en una casa que aún se conserva. Resulta especialmente agradable y reconfortante pasear por sus calles de blancas casitas así como por el paraje natural de ”El Charcolino”.La fuerte explosión demográfica sufrida por los Pedroches durante el siglo XV dio origen al nacimientos de este pueblo vinculado desde aquel momento al condado de Belalcázar, y por tanto, con una historia común a los municipios de este señorío.Fuente La Lancha fue aldea de Hinojosa hasta 1.820 momento en el que consiguió su título de villa. El origen del topónimo ”lancha” puede proceder del nombre dado a las piedras de granito de forma plana que afloran a la superficie. La escasa dimensión de su término ha provocado que su población haya sido siempre muy limitada.Las blancas fachadas de las casas de este pueblo contrastan con el granito de jambas y dinteles, lo que proporciona a las calles de esta villa una impronta muy característica.
Patria de la ”Fermosa Vaquera” que cantara el Marqués de Santillana. Hinojosa del Duque es un pueblo de grandeza, en su historia y monumentalidad como así lo deja patente la Iglesia de San Juan Bautista ”Catedral de la Sierra”, uno de los conjuntos histórico-artísticos más importantes de provincia, y en las incontables ermitas que se extienden por el pueblo y por sus alrededores y que son escenario de veneración y regocijo popular cuando llega la primavera, destacando entre todas la Romería de la Virgen de la Antigua, la patrona.Es en este pueblo donde la gastronomía cobra un protagonismo especial, unida siempre a las fiestas religiosas y civiles: relleno, sopa dorada, ajoblanco, lechón fritos... y entre la dulcería, de gran proyección comercial, las perrunas. Gran tradición artesanal constituyen la forja y la alfarería aunque ya en menor medida que antaño.Esta localidad ofrece uno de los conjuntos monumentales más notables del norte de la provincia de Córdoba. Vinculada a la casa condal de Belalcázar desde 1.444, se convirtió en el municipio más importante del citado señorío gracias a las virtudes de sus tierras que desde tiempo inmemorial han sido aprovechadas mediante cultivos de cereal, permitiendo al mismo tiempo una amplia dedicación ganadera. Esta singularidad histórica está muy presente en el carácter de sus gentes y en las formas constructivas de sus edificios más emblemáticos. Como ocurre con el Convento de la Purísima Concepción con dos portadas de estilo clásico construidas en el siglo XVI, o la Fuente del Pilar, durante siglos parada obligada para los pastores trashumantes y centro de las ferias de ganado.Dentro del casco urbano también hay que mencionar otras construcciones como las ermitas de Santa Ana (Monumento Histórico Artístico), San Isidro, San Gregorio, o las parroquias de San Sebastián y San Isidro Labrador. Muy cerca del casco urbano, la ermita del Cristo de las Injurias ofrece vistas panorámicas de Hinojosa y la vecina Belalcázar. Mientras que por el contrario, las ermitas situadas en el medio rural denotan mayor antigüedad, como ocurre con la de la Virgen de la Antigua o San Benito, que aparecen mencionadas en el libro de monterías de Alfonso XI. Una situación que vuelve a repetirse en las de San Bartolomé y Santo Domingo.
Bitrawsh, el árabe, junto a Cabra y Córdoba vivió su gran esplendor en la época musulmana. En sus recónditas y blancas calles uno se traslada a la época de Fash al-Ballut, el Valle de las Bellotas que llamaban. Capital de las Siete Villas, da nombre a la comarca manteniendo su poderío de antaño como refjeja la imponente torre renacentista de la iglesia del Salvador que majestuosa se levanta regia hacia el cielo entre un mar de encinas y cercados, otero de la comarca.En la Ermita de la Virgen de Piedrasantas, patrona de Pedroche, se reunían hace tres siglos los alcaldes de las ”Siete Villas de Los Pedroches” para tratar asuntos de interés común. En su honor celebra Pedroche sus fiestas mayores donde son dignos de ver los ”piostros” romeros que montan cabalgaduras adornadas con bellas mantas que también reciben este nombre.Pedroche, la antigua Baedro romana, gozó igualmente de una preeminencia muy destacada en la zona durante el dominio árabe bajo la denominación de Bitraws, siendo uno de los poblados más importantes de aquel período y convirtiéndose en una de las capitales de la cora de Fash al-Ballut. Este rango se vió respaldado tras la reconquista cristiana, ya que muchos de sus habitantes fueron los encargados de fundar gran parte de las localidades de la zona. Un hecho que provocó que durante siglos se convocasen en la ermita de la Virgen de Piedrasantas los concejos de las Siete Villas de Los Pedroches para determinar el régimen de explotación de las tierras comunales y hacer frente a problemas de carácter comarcal.El pasado medieval de esta villa ha quedado muy patente en su entramado urbano con un conjunto de calles que en su día formaron parte de la antigua judería de Pedroche. Como prueba de este pasado de esplendor han quedado ermitas como las de San Sebastián, Santa María, en cuyo interior diversas excavaciones arqueológicas han logrado recatar un importante conjunto de pinturas murales, y la Iglesia Conventual de la Inmaculada Concepción, un monasterio fundado en el siglo XVI.
Pozoblanco a la sombra de la encina; gallo altanero, próspero e industrializado. Pozoblanco, capital de las Siete Villas, centro comercial e industrial de la comarca, ha sabido mantener su sabor de bello pueblo de la sierra, preservando perfectamente su especial entorno natural, donde las dehesas de encinar en las que libremente pasta el cerdo ibérico dan paso a la abruptuosidad y riqueza biológica del ecosistema del río Cuzna.Explosión de júbilo cuando llegan las fiestas de la Virgen de Luna, la patrona, que comparte con el vecino pueblo de Villanueva de Córdoba, o la Feria de Nuestra Señora de las Mercedes en las que destacan las corridas de toros. Destaca la grandiosa Iglesia de Santa Catalina y el bello rincón del Pozo Viejo junto a la riqueza gastronómica basada en el cerdo ibérico. Su posición geográfica en el centro de Los Pedroches ha convertido a Pozoblanco en la capital económica y administrativa de la comarca.Fue fundada en el siglo XIV gracias al espíritu colonizador de los habitantes de la cercana Pedroche, que utilizaron este nuevo poblado para escapar de los efectos de la peste. En 1.478 obtuvo el título de villa y desde ese momento su preeminencia no ha dejado de crecer. Pese a este origen bajomedieval las tierras que rodean a Pozoblanco estuvieron pobladas desde la más remota antigüedad como queda patente en restos arqueológicos tan importantes como el Tesoro de los Almadenes, correspondiente a un yacimiento ibérico-romano.
Eternamente vigilada por el Castillo de Miramontes, antigua fortaleza musulmana, gran otero de la comarca y de Extremadura; Villa de realengo, Señorío de Santa Eufemia, afanoso conquistador del norte de la provincia, donde los restos de la muralla que guardaba la ciudad y sus torreones lo atestiguan. Iglesia de la Encarnación, de bello estilo gótico-mudéjar, puerta de la Villa y ermita de Santa Eufemia.Blanco pueblo que se derrama por la sierra de su mismo nombre, espléndido paraje de bosque mediterráneo de gran tradición cinegética, donde sobrevuela el águila real y el buitre. Río Guadalmez, frontera natural de la provincia, auténtica reserva faunística en cuyas aguas aún juguetea la nutria. Especialmente hospitalarios son los calabreses en sus fiestas mayores: las de la patrona, Santa Eufemia, con hermandad de origen medieval y militar. Relleno en San Isidro y roscas por San Blas.Debido a su situación geográfica Santa Eufemia ha sido a través de los siglos una puerta natural de entrada a Los Pedroches. Su carácter fronterizo le ha otorgado igualmente una privilegiada posición estratégica que fue muy aprovechada por la administración árabe durante los siglos de permanencia en la península.En 1.243 pasaría a manos cristianas dependiendo del Concejo de Córdoba hasta que fue donada como señorío a Hernando Díaz Carrillo. El condado de Santa Eufemia englobaba en su interior a otras poblaciones de la zona como El Viso, El Guijo y Torrefranca (actual Dos Torres). El ansia expansionista de los señores de Santa Eufemia conduciría a un gran número de enfrentamientos con otros poderes de la zona como la casa condal de Belalcázar y las Siete Villas de Los Pedroches.